La noticia de la reventa de entradas comenzó a circular en las redes sociales, provocando reacciones encontradas entre los aficionados y las autoridades pertinentes.
La alta demanda para este enfrentamiento ha llevado a que, en algunos casos, los precios de las entradas alcancen valores exorbitantes en el mercado secundario, alejando la posibilidad de asistir al estadio a muchos seguidores locales.
Las primeras preventas, inicialmente concebidas para brindar a los seguidores locales un acceso temprano y preferente a los boletos, han sido testigos de una explotación comercial que ha generado polémica. Numerosos individuos, aprovechando la ocasión, han adquirido entradas en exceso con la intención de capitalizar en la reventa. El trasfondo de este comportamiento plantea cuestionamientos en torno a la ética y la equidad en el acceso al evento.
En un comienzo, se había establecido una cuota de 10 entradas por persona, una medida destinada a fomentar la participación diversificada y limitar posibles abusos. Sin embargo, esta cantidad se ha visto reducida posteriormente a tan solo 5 entradas, en un intento por evitar la acumulación excesiva y permitir que más aficionados puedan experimentar el enfrentamiento en el estadio.
El fenómeno de la reventa de entradas, lamentablemente, no es un caso aislado en la historia de los eventos deportivos de alta demanda. A medida que las pasiones se encienden y la rivalidad cobra vida, también emergen oportunidades para aquellos que buscan sacar provecho de la emoción compartida por los fanáticos genuinos.
Las reacciones de los fanáticos no se han hecho esperar, con muestras de frustración y enojo hacia aquellos que buscan beneficiarse de manera oportunista de la pasión de los seguidores. Algunos han expresado su preocupación por la posible manipulación del sistema de venta original, que habría permitido que estas entradas llegaran al mercado secundario en primer lugar.
