Un un fuerte operativo de control de alcoholemia infundió acción en el corazón neurálgico de la ciudad. Con el firme propósito de salvaguardar la seguridad vial, las autoridades pusieron en marcha un despliegue destinado a medir los niveles de alcohol, llegando a tomar mediciones a un automovilista con la asombrosa cifra de 2,58.
Un total de 97 mediciones se llevaron a cabo con meticulosa minuciosidad, arrojando resultados de trascendental importancia. En el trasfondo de esta operación, seis automóviles se vieron arrastrados, cautivos de una serie de infracciones que no quedaron impunes.
De estos vehículos, dos se vieron forzados a detener su marcha debido a niveles de alcoholemia que excedían los límites permitidos, mientras que uno más fue aprehendido por el delito de conducción temeraria y la audacia de darse a la fuga. Asimismo, otro automóvil fue retenido bajo el peso de la sospecha de embriaguez al volante, y dos más por carecer de la documentación requerida para transitar legalmente por las calles de la urbe.
Sin lugar a dudas, el punto culminante de esta jornada fue la constatación de una alcoholemia que desafió los límites conocidos. Un intrépido automovilista registró una asombrosa cifra de 2,58 en la escala de alcoholemia, proyectando una imagen sombría sobre su capacidad para operar un vehículo de manera segura y responsable.
Las zonas estratégicas de Belgrano y Chacabuco, así como San Martín y Belgrano, fueron el escenario donde se desenvolvieron estos operativos cruciales.